Giro inesperado en Paraguay. Hace apenas 4 días los legisladores proponían un ban a la minería de criptomonedas, acusándola de “robar electricidad”. Ahora? El gobierno cambió completamente de estrategia.
Lo que pasó:
Paraguay acaba de suspender la prohibición y está considerando vender su excedente de energía hidroeléctrica directamente a mineros de Bitcoin. Salyn Buzarquis lo aclaró en una carta al Congreso del 8 de abril: esto podría traer 48 millones de dólares en ingresos para 2024 a la Administración Nacional de Electricidad (ANDE).
Los números hablan:
45 operadoras de minería ya están autorizadas
Costo real de generar electricidad en Itaipú: ~$22/MWh
Precio de venta a mineros: $40/MWh
Margen neto: 45% de ganancia pura
Proyección 2025: hasta $125 millones si los mineros amplían operaciones
¿Por qué el cambio? Paraguay tiene uno de los costos de electricidad más bajos del mundo gracias a sus gigantescas centrales hidroeléctricas. En lugar de que esa energía se desperdicie (o se “robe”), el gobierno descubrió que podía monetizarla legalmente y generar ingresos significativos para el estado.
La ironía: los mismos legisladores que hace días hablaban de prohibición ahora ven a los mineros como una fuente de dólares. Bienvenido al pragmatismo político.
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Paraguay da la vuelta: de prohibir cripto a monetizar su energía hidroeléctrica
Giro inesperado en Paraguay. Hace apenas 4 días los legisladores proponían un ban a la minería de criptomonedas, acusándola de “robar electricidad”. Ahora? El gobierno cambió completamente de estrategia.
Lo que pasó: Paraguay acaba de suspender la prohibición y está considerando vender su excedente de energía hidroeléctrica directamente a mineros de Bitcoin. Salyn Buzarquis lo aclaró en una carta al Congreso del 8 de abril: esto podría traer 48 millones de dólares en ingresos para 2024 a la Administración Nacional de Electricidad (ANDE).
Los números hablan:
¿Por qué el cambio? Paraguay tiene uno de los costos de electricidad más bajos del mundo gracias a sus gigantescas centrales hidroeléctricas. En lugar de que esa energía se desperdicie (o se “robe”), el gobierno descubrió que podía monetizarla legalmente y generar ingresos significativos para el estado.
La ironía: los mismos legisladores que hace días hablaban de prohibición ahora ven a los mineros como una fuente de dólares. Bienvenido al pragmatismo político.