Japón acaba de implementar un plan que tiene como objetivo los gastos gubernamentales exagerados: están auditando programas de subsidios y fondos de inversión para recortar el exceso. El momento se siente deliberado. Tokio claramente está tratando de calmar a los mercados nerviosos que han estado observando con desconfianza su agresiva juerga de gasto. ¿Si esta dieta fiscal realmente se mantiene o termina siendo solo teatro político? Esa es la verdadera pregunta que los comerciantes están observando ahora.