Esta semana he entrado y salido del mercado más de una docena de veces, la mayoría de las veces solo con pequeñas ganancias y pérdidas, como si fueran “piernas de mosquito”. Pero si tengo que decir qué operaciones sigo saboreando antes de dormir, son solo tres cortos: dos enfrentamientos en $IRYS y, además, ese movimiento en $BOB .

Hubo momentos de caos al pisar en falso, y también esa satisfacción al acertar la dirección.

Primero, las dos operaciones en $IRYS . En el primer corto, iba con demasiada confianza: por el gráfico parecía que iba a caer, pero el mercado no siguió el guion. Salí en pánico con stop-loss, con la mente en blanco. Pero al repasar con calma, vi que no me había equivocado en la dirección general, solo fui demasiado pronto al entrar.

Así que esperé una posición más sólida y volví a abrir corto por segunda vez. Esta vez mucho más seguro: tras confirmar la tendencia, vi cómo bajaba y finalmente cerré con un 37% de beneficio. Esa experiencia de “perder una operación pero recuperarlo con la siguiente” deja más huella que ganar fácil y sin problemas.

La de $BOB fue relativamente sencilla, pero el ritmo fue perfecto. Viendo la indecisión cerca de la resistencia, abrí corto con decisión y puse el take-profit sin dudar. Aunque el beneficio no fue tan espectacular como en $IRYS , esa sensación de “lo vi claro, lo ejecuté bien y salí a tiempo” es lo más adictivo del trading.

Repasando el historial de la semana, esas operaciones pequeñas son solo ruido. Lo que realmente merece la pena analizar son siempre esas pocas operaciones clave que te hacen sudar, reflexionar y, al final, aprender una lección.