Algunas señales son más llamativas que las cifras sobre el papel.

Últimamente, la tasa SOFR no deja de subir: este indicador es la veleta del coste del dinero a corto plazo. Traducido a lenguaje llano: el dinero en el mercado empieza a "escasear". Las reservas interbancarias, la sangre del sistema financiero, se están volviendo raras, obligando a un banco central de primer nivel a plantearse intervenir.

Desde UBS llega la noticia de que, a partir de principios del año que viene, podrían inyectarse hasta 6,9 billones de dólares de liquidez en varias fases, con un máximo de 40.000 millones al mes en la etapa inicial. Aunque oficialmente lo presentan como una "operación técnica": comprar letras del Tesoro a corto plazo y gestionar la liquidez, ¿mantener un flujo tan grande y dirigido de dinero? El efecto no difiere mucho del quantitative easing de antaño.

Lo curioso es que, mientras los minoristas aún dudan de si "es el momento de comprar", las instituciones ya están operando en silencio. Desde que se abrió el canal de los ETF de bitcoin al contado, el mercado absorbe de forma natural apenas unos 50 millones de dólares diarios de ventas, y todo eso lo están comprando grandes fondos y empresas. Las reglas del juego han cambiado: ahora, lo que mueve el mercado no es el sentimiento de la comunidad, sino el grifo de la liquidez global de los bancos centrales.

La reunión del 10 de diciembre podría ser un punto de inflexión. Desde que se anuncie la política hasta que el dinero llegue de verdad al mercado, habrá un "periodo de vacío" de 1-2 meses. Es justo cuando la volatilidad se dispara y el pánico es mayor, pero también puede ser la última oportunidad para subirse al tren.

Cuando todo el mundo lo tenga claro, el precio ya no será el de ahora. ¿Vas a esperar a que se forme el consenso para comprar caro, o prefieres posicionarte antes?