Mucha gente no lo entiende: la tecnología no tiene problemas, ¿por qué en ciertas regiones se mantiene una vigilancia estricta sobre las criptomonedas? La respuesta está oculta en dos "líneas rojas" invisibles: el control de capitales y la transparencia fiscal; tocar cualquiera de ellas podría desencadenar riesgos sistémicos.
Empecemos por la primera línea. Supón que obtienes 5 millones en efectivo en el centro de la ciudad y quieres transferir legalmente 700.000 dólares al extranjero. La realidad es dura: el límite anual de compra de divisas para particulares está fijado en 50.000 dólares, siguiendo las normas te tomaría 14 años; ¿dividir el importe entre familiares y amigos? Si llevas más de 5.000 dólares en efectivo al salir del país, te pondrán bajo vigilancia; ¿transferencias coordinadas entre varias personas? Si hay más de 3 cuentas relacionadas, inmediatamente se activa una alerta de control de riesgos. ¿Pero qué pasa con los activos en la cadena? En teoría, puedes buscar a 14 personas para cambiar cantidades por separado, escribir la frase semilla en un papel y llevarla físicamente al extranjero; el anonimato hace que los métodos tradicionales de supervisión sean casi ineficaces.
La segunda línea es aún más grave: el sistema de recaudación fiscal podría quedar inutilizado. Actualmente, los sistemas de big data pueden rastrear cada transacción, pero la naturaleza anónima de los libros descentralizados se opone intrínsecamente a este tipo de supervisión transparente. Ya existen casos en los que algunos grupos de altos ingresos han transferido sus ingresos mediante "intercambio en cadena + transacciones OTC"; si este método se populariza, tanto los beneficios empresariales como los ingresos personales podrían escapar al control regulatorio, lo que supondría una brecha incontrolable en los ingresos fiscales.
La contradicción esencial radica en que los criptoactivos tienen tanto la propiedad de almacenamiento de valor del oro como una flexibilidad superior a la de los instrumentos de pago: no requieren soporte físico, pueden transferirse globalmente y están completamente desvinculados de los sistemas de compensación centralizados. Esta característica entra en conflicto con la arquitectura subyacente de la regulación financiera actual, y es también la razón fundamental por la que en algunas jurisdicciones se considera que constituyen actividades financieras ilegales. La neutralidad tecnológica no es un error, pero cuando una herramienta amenaza los dos pilares del control macroeconómico, la elección se vuelve clara.
Ver originales
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
7 me gusta
Recompensa
7
5
Republicar
Compartir
Comentar
0/400
ChainWallflower
· 12-09 05:27
Lo que dices no tiene ningún fallo, pero ¿no es esto un juego del gato y el ratón? Cuanto más avanza la tecnología, más dura es la regulación, y nunca podrán alcanzarla...
Ver originalesResponder0
GasFeeCrier
· 12-08 06:40
Tsk, en resumidas cuentas, es un juego de poder y dinero; la tecnología siempre es la que carga con la culpa.
Ver originalesResponder0
faded_wojak.eth
· 12-08 06:36
En pocas palabras, es por miedo a que el dinero se escape y se pierdan los impuestos. Estas dos cuestiones realmente tocan un punto sensible.
Ver originalesResponder0
LiquidatedThrice
· 12-08 06:26
Ja, por fin alguien ha explicado esto claramente. Son estas dos líneas las que lo bloquean, no es un problema técnico en absoluto.
Ver originalesResponder0
RadioShackKnight
· 12-08 06:25
Si te soy sincero, en realidad he pensado en esta lógica al revés... Más que un problema técnico, diría que es una cuestión de poder.
Mucha gente no lo entiende: la tecnología no tiene problemas, ¿por qué en ciertas regiones se mantiene una vigilancia estricta sobre las criptomonedas? La respuesta está oculta en dos "líneas rojas" invisibles: el control de capitales y la transparencia fiscal; tocar cualquiera de ellas podría desencadenar riesgos sistémicos.
Empecemos por la primera línea. Supón que obtienes 5 millones en efectivo en el centro de la ciudad y quieres transferir legalmente 700.000 dólares al extranjero. La realidad es dura: el límite anual de compra de divisas para particulares está fijado en 50.000 dólares, siguiendo las normas te tomaría 14 años; ¿dividir el importe entre familiares y amigos? Si llevas más de 5.000 dólares en efectivo al salir del país, te pondrán bajo vigilancia; ¿transferencias coordinadas entre varias personas? Si hay más de 3 cuentas relacionadas, inmediatamente se activa una alerta de control de riesgos. ¿Pero qué pasa con los activos en la cadena? En teoría, puedes buscar a 14 personas para cambiar cantidades por separado, escribir la frase semilla en un papel y llevarla físicamente al extranjero; el anonimato hace que los métodos tradicionales de supervisión sean casi ineficaces.
La segunda línea es aún más grave: el sistema de recaudación fiscal podría quedar inutilizado. Actualmente, los sistemas de big data pueden rastrear cada transacción, pero la naturaleza anónima de los libros descentralizados se opone intrínsecamente a este tipo de supervisión transparente. Ya existen casos en los que algunos grupos de altos ingresos han transferido sus ingresos mediante "intercambio en cadena + transacciones OTC"; si este método se populariza, tanto los beneficios empresariales como los ingresos personales podrían escapar al control regulatorio, lo que supondría una brecha incontrolable en los ingresos fiscales.
La contradicción esencial radica en que los criptoactivos tienen tanto la propiedad de almacenamiento de valor del oro como una flexibilidad superior a la de los instrumentos de pago: no requieren soporte físico, pueden transferirse globalmente y están completamente desvinculados de los sistemas de compensación centralizados. Esta característica entra en conflicto con la arquitectura subyacente de la regulación financiera actual, y es también la razón fundamental por la que en algunas jurisdicciones se considera que constituyen actividades financieras ilegales. La neutralidad tecnológica no es un error, pero cuando una herramienta amenaza los dos pilares del control macroeconómico, la elección se vuelve clara.