#美联储重启降息步伐 En 30 días, convertí un capital inicial de 1500 U en 50 000 U. Puede sonar a fanfarronería, pero no fue cuestión de suerte. El punto de inflexión llegó una madrugada a las tres, mientras me quedaba mirando el saldo de la cuenta, justo después de que el mercado me diera una lección de las que duelen, con unas cifras en pantalla que daban vergüenza ajena.

Aquella noche tomé una decisión: dejar de soñar con el all-in que cambia la vida y centrarme en no morir por el camino.

**Primero sobrevive, luego ya veremos**

Dividí los 1500 U que me quedaban en cinco partes, y en cada operación no usaba más de 300 U. Calculé el stop-loss de antemano: si perdía 150 U en una sola operación, cerraba sin dudar. La lógica era simple: si no podía proteger el capital, ¿para qué seguir? Si la cuenta llegaba a cero, soñar no tenía sentido.

**La disciplina hay que tatuársela en la mano**

Cogí un cuaderno viejo y apunté todos los niveles de take profit y stop loss. Si había que salir, salía; si había que recoger, recogía. Sin excepciones. Mientras otros rezaban delante de la pantalla pensando “un poco más, seguro que sube”, yo ya había cerrado según las normas y me iba a por un vaso de agua. El beneficio por operación no era alto, pero nunca permití que las pérdidas se descontrolaran.

**El trading es un negocio, no un juego de azar**

Mi porcentaje de aciertos era normalito, apenas por encima del 50%. La clave estaba en controlar siempre el tamaño de las pérdidas; las pequeñas ganancias se iban acumulando y el interés compuesto hacía el resto. Es como vender en un mercadillo: el margen por artículo no es grande, pero mientras no haya grandes errores, la caja crece. En tres meses, la bola de nieve fue creciendo hasta que los 1500 U se convirtieron en 50 000 U.

**No va de adivinar el mercado, sino de ejecutar**

Lo que me ha traído hasta aquí nunca fue acertar la dirección unas cuantas veces, sino “reglas” y “ejecución”. La mayoría pierde dinero no porque el mercado sea una locura, sino porque aguantan posiciones hasta el liquidado o por codicia no cierran en beneficio. Las fantasías poco realistas son las que realmente matan cuentas.

¿Quieres remontar? Empieza por dejar la impulsividad y la avaricia. Si el método es correcto, incluso un capital pequeño puede crecer; si la dirección es la equivocada, por mucho dinero que metas, nunca taparás el agujero. Volver a empezar nunca es tarde.