Después de ver estos incidentes de "robar teléfonos en plena calle y obligar a transferir activos encriptados", me siento bastante mal. Todos los días se habla de la seguridad on-chain, la firma de billeteras y el aislamiento de llaves privadas, pero lo que realmente puede derribar a una persona no suele ser un fallo técnico, sino los puños, cuchillos y el miedo del mundo real.
En el pasado, creíamos que la autogestión era "libertad", ahora cada vez se parece más a una aventura solitaria. Puedes protegerte contra el phishing, los troyanos y los sitios web falsos, pero no puedes evitar que alguien en la calle te diga: saca tus monedas.
Estas noticias me hacen darme cuenta de un hecho cruel: Cuanto más transparente sea la cadena, más peligrosa será la realidad. Cuanto más digitalizados estén los activos, más bajo será el umbral para el robo. Antes, para robar un banco, al menos tenías que arriesgar tu vida, pero hoy en día, para robar activos encriptados, solo necesitas robar un teléfono, obligarte a desbloquearlo y obligarte a presionar un botón.
Las comunidades técnicas disfrutan discutir sobre "anticuántico" y "antienjuiciamiento", pero el mundo real está planteando una pregunta más fundamental: ¿Una persona común tiene la capacidad de "resistir la violencia"?
La autogestión es realmente genial, pero ser genial tiene un costo. Requiere que estés en constante alerta, mantengas la jerarquía, entiendas la diversificación de billeteras frías, comprendas el aislamiento de riesgos, y lo más importante: debes vivir en un entorno relativamente seguro.
En los últimos años he llegado a entender cada vez más: No todo el mundo es adecuado para poner todos sus ahorros en un dispositivo que puede ser desbloqueado por la fuerza. A veces, la mejor estrategia no es la descentralización extrema, sino encontrar un punto de equilibrio de riesgo que te permita dormir tranquilo.
La libertad no se conquista con valentía, sino que se sostiene con una sensación de seguridad.
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En el pasado, creíamos que la autogestión era "libertad", ahora cada vez se parece más a una aventura solitaria. Puedes protegerte contra el phishing, los troyanos y los sitios web falsos, pero no puedes evitar que alguien en la calle te diga: saca tus monedas.
Estas noticias me hacen darme cuenta de un hecho cruel:
Cuanto más transparente sea la cadena, más peligrosa será la realidad.
Cuanto más digitalizados estén los activos, más bajo será el umbral para el robo. Antes, para robar un banco, al menos tenías que arriesgar tu vida, pero hoy en día, para robar activos encriptados, solo necesitas robar un teléfono, obligarte a desbloquearlo y obligarte a presionar un botón.
Las comunidades técnicas disfrutan discutir sobre "anticuántico" y "antienjuiciamiento", pero el mundo real está planteando una pregunta más fundamental:
¿Una persona común tiene la capacidad de "resistir la violencia"?
La autogestión es realmente genial, pero ser genial tiene un costo. Requiere que estés en constante alerta, mantengas la jerarquía, entiendas la diversificación de billeteras frías, comprendas el aislamiento de riesgos, y lo más importante: debes vivir en un entorno relativamente seguro.
En los últimos años he llegado a entender cada vez más:
No todo el mundo es adecuado para poner todos sus ahorros en un dispositivo que puede ser desbloqueado por la fuerza.
A veces, la mejor estrategia no es la descentralización extrema, sino encontrar un punto de equilibrio de riesgo que te permita dormir tranquilo.
La libertad no se conquista con valentía, sino que se sostiene con una sensación de seguridad.
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