Aquí va una cuenta de costes interesante: ¿realmente ahorran dinero las grandes tecnológicas desarrollando sus propios chips?

Tomemos como ejemplo el TPU de Google. Aunque lo diseñan ellos mismos, los costes siguen estando ahí: hay que pagar por las obleas de silicio, contratar a Broadcom para servicios complementarios y, al final, pagar a TSMC por la fabricación. Sin embargo, al hacer las cuentas, este conjunto de soluciones resulta bastante más barato que comprar directamente las tarjetas gráficas de NVIDIA; prácticamente se acerca al precio de coste de fábrica.

Por eso los gigantes de la computación en la nube están apostando fuerte por el desarrollo propio: no es por presumir de habilidades, sino simplemente por una cuestión de números. Al fin y al cabo, cuando alcanzas cierto volumen, aunque solo ahorres unos pocos puntos porcentuales en costes, al cabo del año la diferencia es astronómica.