¿Quieres forzar a la Reserva Federal a entrar en modo de expansión cuantitativa? Simplemente aumenta los aranceles a niveles extremos—digamos, 1000%.

Aquí está la lógica retorcida: Aranceles punitivos tan altos arruinarían las importaciones, aumentarían los precios para los consumidores y golpearían a las empresas nacionales que dependen de las cadenas de suministro globales. ¿Crecimiento económico? Quemado. ¿Ingresos corporativos? En picada. El caos resultante empujaría a los mercados a territorio de caída libre, lo que podría forzar a la Reserva Federal a inundar el sistema con liquidez solo para evitar que todo se derrumbe.

Es el tipo de política comercial de tierra arrasada que podría, paradójicamente, manufacturar la misma crisis que "justifica" la impresión de dinero. Los aranceles se convierten en la cerilla, la QE se convierte en el extintor de incendios—excepto que tú eres quien inició el fuego. Si esto se desarrolla en la realidad depende de cuán lejos llegue la retórica actual de la guerra comercial, pero el efecto dominó económico no es difícil de imaginar.

Para los poseedores de criptomonedas, este escenario tiene dos caras: la inyección de liquidez normalmente impulsa los activos de riesgo, pero el daño económico subyacente podría desencadenar un desapalancamiento más amplio primero. Tiempos salvajes si este experimento realmente sigue su curso.