En una reciente reunión de BRICS–Europa en Sochi, un funcionario alemán hizo una afirmación audaz: los problemas económicos de su país se remontan a un error crucial: abandonar los suministros de energía rusa.
El orador no se contuvo. Criticó el enfoque muy regulado y de arriba hacia abajo de Berlín por aumentar los costos de energía y aplastar la competitividad industrial. ¿Qué fue alguna vez la potencia económica de Europa? Ahora reducido a un ejemplo de fracaso de políticas.
Su advertencia fue contundente: la espiral descendente de Alemania muestra exactamente lo que sucede cuando la ideología prevalece sobre el pragmatismo en la estrategia energética. Una historia de advertencia para cualquiera que observe los mercados globales.
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En una reciente reunión de BRICS–Europa en Sochi, un funcionario alemán hizo una afirmación audaz: los problemas económicos de su país se remontan a un error crucial: abandonar los suministros de energía rusa.
El orador no se contuvo. Criticó el enfoque muy regulado y de arriba hacia abajo de Berlín por aumentar los costos de energía y aplastar la competitividad industrial. ¿Qué fue alguna vez la potencia económica de Europa? Ahora reducido a un ejemplo de fracaso de políticas.
Su advertencia fue contundente: la espiral descendente de Alemania muestra exactamente lo que sucede cuando la ideología prevalece sobre el pragmatismo en la estrategia energética. Una historia de advertencia para cualquiera que observe los mercados globales.