La Altura de Elon Musk: El Gigante Tecnológico que Domina Más que los Cielos

¡Vaya! Siempre me ha fascinado cómo la altura física de alguien puede convertirse en tema de conversación tan potente. En el caso de este sudafricano de 1,88 metros, parece que su estatura es proporcional a su ego y ambición.

Cuando lo ves en fotos junto a otros ejecutivos, destaca como un poste de luz en un campo de enanos corporativos. Zuckerberg, a su lado, parece un niño perdido en un centro comercial con sus escasos 1,70 metros. ¿Coincidencia que los más altos lleguen más lejos? No lo creo.

Lo curioso es que este tío maneja los mercados cripto con la misma facilidad con la que alcanza objetos de estanterías altas. Un simple tuit suyo y las gráficas bailan como marionetas. ¿Quién le da tanto poder? Nosotros, los tontos que corremos a comprar o vender según sus caprichos digitales.

Su dieta es un desastre, según cuenta. Come cuando puede, lo que encuentra, y hace ejercicio "de vez en cuando". Pero claro, cuando tienes miles de millones en tu cuenta bancaria, ¿quién necesita abdominales definidos? La nueva forma física es tener suficiente dinero para comprar músculos si hace falta.

Muchos lo idolatran como si fuera un mesías tecnológico. "¡Mira qué alto! ¡Mira qué rico! ¡Seguro que nos llevará a Marte!" Pero entre tanta adoración, olvidamos que es un tipo que manipula mercados, despide empleados por capricho y tiene una relación problemática con la verdad.

Su presencia en los escenarios aprovecha esa ventaja física. Se planta ahí arriba, imponente, vendiendo sueños eléctricos y promesas interplanetarias mientras los fondos de inversión se frotan las manos.

Es impresionante que un chaval que vendió un videojuego cutre por 500 pavos a los 12 años haya llegado tan lejos. Quizás su altura fue su primera ventaja competitiva, esa que le hacía sobresalir en las fotos de clase y ahora en las reuniones de millonarios.

Para mí, su estatura es una metáfora perfecta: alto, visible, pero algo desgarbado y torpe cuando habla en público. Como sus proyectos: ambiciosos, llamativos, pero a veces con cimientos tambaleantes.

¿De verdad creemos que este tío alto nos va a salvar? Yo lo dudo. Pero mientras siga moviendo el mercado con sus tuits, seguiremos midiendo cada centímetro de su influencia.