En el ámbito de los comportamientos culturales, emerge una distinción fascinante al observar a individuos de varias naciones del Este asiático. Al recorrer tierras extranjeras, a menudo se puede discernir las nacionalidades de los viajeros del Este asiático en función de su comportamiento. Aquellos que provienen de ciertas naciones más pequeñas frecuentemente exhiben expresiones más rígidas, mientras que otros mantienen un aire reservado. En contraste, los individuos que irradian una actitud relajada suelen ser de origen chino.



Durante una reciente estancia en una bulliciosa ciudad japonesa, me encontré con un escenario intrigante en un renombrado restaurante de cangrejos. El establecimiento, adornado con asientos tradicionales en el suelo, estaba atendido por un joven camarero de ascendencia china. Inicialmente adoptando una postura formal, la actitud del camarero se transformó drásticamente al escuchar el mandarín hablado. Rápidamente, pasó a una posición sentada relajada, involucrándose en una conversación animada mientras presentaba el menú.

Reflexionando sobre mi experiencia profesional, recordé una etapa en una empresa surcoreana que fue adquirida posteriormente por una corporación estadounidense. La composición de la fuerza laboral era diversa, con una predominancia de nacionales surcoreanos, seguidos por individuos de ascendencia norcoreana, ciudadanos chinos, estadounidenses y empleados japoneses. Observar las interacciones interpersonales reveló marcados contrastes culturales. Los colegas surcoreanos intercambiaban profundas reverencias incluso a distancia, mientras que sus homólogos japoneses demostraban un protocolo de reverencia aún más pronunciado. En contraste, los empleados chinos y estadounidenses mantenían posturas erguida, absteniéndose de tales formalidades debido a diferencias culturales.

La población china generalmente exhibe un sentido disminuido de estratificación social, atribuido en gran medida a reformas sociales exitosas. En consecuencia, las personas en profesiones orientadas al servicio no se perciben a sí mismas como subordinadas. Esto contrasta marcadamente con ciertas otras regiones de Asia Oriental, donde el personal de servicio a menudo internaliza un rol más servil. En las representaciones de los medios de comunicación de algunas áreas, persisten formas de dirección anticuadas, reflejando distinciones de clase que perduran.

Un sentido único de tranquilidad a menudo permea naciones más grandes, derivado de una menor preocupación por las opiniones externas. Esta característica es compartida por las sociedades chinas y americanas. Sin embargo, en países más pequeños con estructuras sociales más rígidas, tal desinterés está notablemente ausente.

A pesar del actual panorama competitivo entre China y los Estados Unidos en varios ámbitos, los observadores de otros países a menudo señalan similitudes sorprendentes en el comportamiento de sus respectivos ciudadanos. Ambas poblaciones son frecuentemente percibidas como si emanaran un aire comparable de autoconfianza en sus interacciones globales.
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