En julio de 1944, con la Segunda Guerra Mundial acercándose a su fin, representantes de más de 40 países se reunieron en un pequeño pueblo de New Hampshire, tratando de responder a una pregunta aparentemente simple: ¿qué es la moneda y quién debe controlarla? La Conferencia de Bretton Woods no fue la primera vez que los líderes mundiales discutieron esta cuestión, ni será la última.
El debate sobre el oro, el dólar y los tipos de cambio ha construido la arquitectura del moderno sistema financiero global. Durante miles de años, cada gran cambio monetario ha girado en torno a una cuestión central: ¿de dónde proviene el valor de la moneda?
La discusión sobre el valor de la moneda generalmente involucra su soberanía y escasez. Cada cambio monetario, más que sobre la forma física de la moneda, trata sobre la confianza, el poder y las reglas del juego. Las monedas estables son la última manifestación de esta transformación, donde la confianza y el poder parecen estar en proceso de descentralización.
Creemos que las monedas estables son la forma de moneda más influyente. Las formas de moneda más antiguas conocidas de la era de las monedas de mercancías son las mercancías, como el oro, la plata, las conchas y la sal. Estos elementos se usaban por su valor intrínseco o ampliamente reconocido, un valor que proviene de su escasez física.
Por ejemplo, el suministro de oro es limitado y necesita ser extraído, y el proceso de extracción es tanto difícil como costoso. La escasez crea credibilidad. Si posees una moneda de oro, puedes confiar en que es un buen "almacenamiento de valor", ya que ningún gobierno o banquero ilegal puede crear más oro de la nada. En la isla de Yap, en Micronesia, la moneda existe en forma de enormes discos de piedra caliza, algunos de varios toneladas de peso, extraídos de Palaos, cuyo valor depende del tamaño, la dificultad de transporte y la procedencia.
Debido a que la propiedad se rastrea a través del consenso de la comunidad en lugar de un movimiento físico, estas piedras indican que el poder de la moneda proviene de una creencia compartida y no de un valor intrínseco. Pero esta forma también trae limitaciones. La moneda mercancía es pesada, difícil de transportar y no es eficiente en una economía global de rápido crecimiento.
Estas limitaciones físicas obstaculizan el rendimiento de los pagos y reprimen el crecimiento económico. El comercio a larga distancia necesita un sistema que pueda superar las limitaciones de peso de los metales y de capital. La transición hacia la moneda fiduciaria, en última instancia, llevó a la combinación de la globalización y la industrialización a llevar la moneda de mercancías al límite. La intervención del gobierno introdujo la moneda fiduciaria.
Los billetes que originalmente podían ser canjeados por oro o plata fueron gradualmente aceptados como moneda en sí misma. El sistema de Bretton Woods estableció este ecosistema al vincular el dólar con el oro y vincular otras monedas del mundo al dólar.
Este arreglo duró aproximadamente 25 años. Sin embargo, a finales de la década de 1960, las reservas de oro de Estados Unidos ya no podían sostener la posición dominante del dólar a nivel mundial.
En 1971, el presidente Nixon suspendió la conversión del dólar en oro, dando inicio a la era de la moneda fiduciaria pura (sin respaldo físico). En la siguiente etapa de la moneda, el valor proviene de la credibilidad soberana, en lugar de la escasez material. El dólar tiene valor porque el gobierno de los Estados Unidos así lo afirma, y el mercado, los hogares y los gobiernos extranjeros lo creen.
La confianza ha pasado de una base física a una base política y de políticas. Este profundo cambio proporciona a los países herramientas poderosas. La política monetaria se ha convertido en la palanca central de la gestión económica y de la estrategia geopolítica.
Pero las monedas fiduciarias también traen la vulnerabilidad de la inflación, las guerras monetarias y el control de capital. En ciertos aspectos, la flexibilidad y la estabilidad son opuestas.
Hoy en día, la cuestión central en torno a la estructura moderna de la moneda no es quién puede crear moneda, sino si se puede confiar en que los que tienen el poder puedan mantener el valor y la utilidad de la moneda a largo plazo.
La digitalización de la moneda plantea un importante problema en la intersección de la ingeniería eléctrica y las finanzas, provocado por el auge de la computación y de Internet para el consumo: ¿puede la moneda presentarse en el mundo digital en forma de bits? En las décadas de 1990 y principios de 2000, proyectos como Mondex, Digicash y eGold intentaron responder a esta pregunta, prometiendo nuevas formas de pago electrónico y almacenamiento de valor.
Finalmente, fracasaron debido a la presión regulatoria, fallos técnicos, así como la falta de confianza y adaptabilidad al mercado. Mientras tanto, la banca electrónica, las tarjetas de crédito, las redes de pago y los sistemas de liquidación se volvieron comunes.
Es importante destacar que estos no son nuevos activos, sino nuevas formas de moneda fiduciaria, más escalables y adecuadas para el mundo moderno. Pero todavía están sujetos a la misma confianza institucional y marco de políticas, y lo que es crucial es que dependen de sistemas tecnológicos cerrados y redes operativas, las cuales son gestionadas por intermediarios que buscan rentas.
Entrar: Las monedas estables utilizan esta dinámica, pero al hacerlo, quitan el poder de las empresas a través de la infraestructura abierta y sin permisos. Las monedas estables respaldadas por moneda fiduciaria son inherentemente híbridas. Heredan la credibilidad y la eficiencia de las monedas fiduciarias, al tiempo que aprovechan la programabilidad y la accesibilidad global.
Vincular las monedas estables a reservas que se pueden canjear a su valor nominal, aprovechando la credibilidad de países soberanos como Estados Unidos, para hacer que su valor sea predecible. Emitirlas en una cadena de bloques pública, lo que permite liquidaciones instantáneas, funcionamiento 24/7 y cruces internacionales sin fricciones. Creemos que el nuevo marco regulatorio emergente para las monedas estables (su parte intrínseca de "monetización") debería estar alineado con nuestros principios fundamentales sobre cómo las monedas estables deben servir a los usuarios.
•Sin permiso: Las personas deberían tener el control de su propia moneda, sin las pesadas restricciones impuestas por intermediarios en sus cuentas. •Sin fronteras: La ubicación geográfica no debería determinar si alguien puede hacer o recibir un pago, o cuánto tiempo lleva enviar o recibir un pago.
•Privacidad: Los consumidores deberían poder participar libremente en actividades comerciales sin preocuparse por la vigilancia injustificada del gobierno, el sector privado u otros consumidores. •Neutralidad confiable: El flujo de moneda global debería estar libre de discriminación, permitiendo a personas de diversos orígenes guardar y utilizar libremente su propiedad.
Las stablecoins son el siguiente paso en la evolución de la moneda. Al igual que las monedas fiduciarias tradicionales, dependen de la credibilidad soberana, pero a diferencia de las formas anteriores de monedas electrónicas fiduciarias (y los sistemas de pago que las transmiten), separan la confianza en la soberanía de la confianza en el poder corporativo. Los mejores activos monetarios, basados en la mejor tecnología y red monetaria.
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¿Qué es la moneda?
En julio de 1944, con la Segunda Guerra Mundial acercándose a su fin, representantes de más de 40 países se reunieron en un pequeño pueblo de New Hampshire, tratando de responder a una pregunta aparentemente simple: ¿qué es la moneda y quién debe controlarla? La Conferencia de Bretton Woods no fue la primera vez que los líderes mundiales discutieron esta cuestión, ni será la última.
El debate sobre el oro, el dólar y los tipos de cambio ha construido la arquitectura del moderno sistema financiero global. Durante miles de años, cada gran cambio monetario ha girado en torno a una cuestión central: ¿de dónde proviene el valor de la moneda?
La discusión sobre el valor de la moneda generalmente involucra su soberanía y escasez. Cada cambio monetario, más que sobre la forma física de la moneda, trata sobre la confianza, el poder y las reglas del juego. Las monedas estables son la última manifestación de esta transformación, donde la confianza y el poder parecen estar en proceso de descentralización.
Creemos que las monedas estables son la forma de moneda más influyente. Las formas de moneda más antiguas conocidas de la era de las monedas de mercancías son las mercancías, como el oro, la plata, las conchas y la sal. Estos elementos se usaban por su valor intrínseco o ampliamente reconocido, un valor que proviene de su escasez física.
Por ejemplo, el suministro de oro es limitado y necesita ser extraído, y el proceso de extracción es tanto difícil como costoso. La escasez crea credibilidad. Si posees una moneda de oro, puedes confiar en que es un buen "almacenamiento de valor", ya que ningún gobierno o banquero ilegal puede crear más oro de la nada. En la isla de Yap, en Micronesia, la moneda existe en forma de enormes discos de piedra caliza, algunos de varios toneladas de peso, extraídos de Palaos, cuyo valor depende del tamaño, la dificultad de transporte y la procedencia.
Debido a que la propiedad se rastrea a través del consenso de la comunidad en lugar de un movimiento físico, estas piedras indican que el poder de la moneda proviene de una creencia compartida y no de un valor intrínseco. Pero esta forma también trae limitaciones. La moneda mercancía es pesada, difícil de transportar y no es eficiente en una economía global de rápido crecimiento.
Estas limitaciones físicas obstaculizan el rendimiento de los pagos y reprimen el crecimiento económico. El comercio a larga distancia necesita un sistema que pueda superar las limitaciones de peso de los metales y de capital. La transición hacia la moneda fiduciaria, en última instancia, llevó a la combinación de la globalización y la industrialización a llevar la moneda de mercancías al límite. La intervención del gobierno introdujo la moneda fiduciaria.
Los billetes que originalmente podían ser canjeados por oro o plata fueron gradualmente aceptados como moneda en sí misma. El sistema de Bretton Woods estableció este ecosistema al vincular el dólar con el oro y vincular otras monedas del mundo al dólar.
Este arreglo duró aproximadamente 25 años. Sin embargo, a finales de la década de 1960, las reservas de oro de Estados Unidos ya no podían sostener la posición dominante del dólar a nivel mundial.
En 1971, el presidente Nixon suspendió la conversión del dólar en oro, dando inicio a la era de la moneda fiduciaria pura (sin respaldo físico). En la siguiente etapa de la moneda, el valor proviene de la credibilidad soberana, en lugar de la escasez material. El dólar tiene valor porque el gobierno de los Estados Unidos así lo afirma, y el mercado, los hogares y los gobiernos extranjeros lo creen.
La confianza ha pasado de una base física a una base política y de políticas. Este profundo cambio proporciona a los países herramientas poderosas. La política monetaria se ha convertido en la palanca central de la gestión económica y de la estrategia geopolítica.
Pero las monedas fiduciarias también traen la vulnerabilidad de la inflación, las guerras monetarias y el control de capital. En ciertos aspectos, la flexibilidad y la estabilidad son opuestas.
Hoy en día, la cuestión central en torno a la estructura moderna de la moneda no es quién puede crear moneda, sino si se puede confiar en que los que tienen el poder puedan mantener el valor y la utilidad de la moneda a largo plazo.
La digitalización de la moneda plantea un importante problema en la intersección de la ingeniería eléctrica y las finanzas, provocado por el auge de la computación y de Internet para el consumo: ¿puede la moneda presentarse en el mundo digital en forma de bits? En las décadas de 1990 y principios de 2000, proyectos como Mondex, Digicash y eGold intentaron responder a esta pregunta, prometiendo nuevas formas de pago electrónico y almacenamiento de valor.
Finalmente, fracasaron debido a la presión regulatoria, fallos técnicos, así como la falta de confianza y adaptabilidad al mercado. Mientras tanto, la banca electrónica, las tarjetas de crédito, las redes de pago y los sistemas de liquidación se volvieron comunes.
Es importante destacar que estos no son nuevos activos, sino nuevas formas de moneda fiduciaria, más escalables y adecuadas para el mundo moderno. Pero todavía están sujetos a la misma confianza institucional y marco de políticas, y lo que es crucial es que dependen de sistemas tecnológicos cerrados y redes operativas, las cuales son gestionadas por intermediarios que buscan rentas.
Entrar: Las monedas estables utilizan esta dinámica, pero al hacerlo, quitan el poder de las empresas a través de la infraestructura abierta y sin permisos. Las monedas estables respaldadas por moneda fiduciaria son inherentemente híbridas. Heredan la credibilidad y la eficiencia de las monedas fiduciarias, al tiempo que aprovechan la programabilidad y la accesibilidad global.
Vincular las monedas estables a reservas que se pueden canjear a su valor nominal, aprovechando la credibilidad de países soberanos como Estados Unidos, para hacer que su valor sea predecible. Emitirlas en una cadena de bloques pública, lo que permite liquidaciones instantáneas, funcionamiento 24/7 y cruces internacionales sin fricciones. Creemos que el nuevo marco regulatorio emergente para las monedas estables (su parte intrínseca de "monetización") debería estar alineado con nuestros principios fundamentales sobre cómo las monedas estables deben servir a los usuarios.
•Sin permiso: Las personas deberían tener el control de su propia moneda, sin las pesadas restricciones impuestas por intermediarios en sus cuentas. •Sin fronteras: La ubicación geográfica no debería determinar si alguien puede hacer o recibir un pago, o cuánto tiempo lleva enviar o recibir un pago.
•Privacidad: Los consumidores deberían poder participar libremente en actividades comerciales sin preocuparse por la vigilancia injustificada del gobierno, el sector privado u otros consumidores. •Neutralidad confiable: El flujo de moneda global debería estar libre de discriminación, permitiendo a personas de diversos orígenes guardar y utilizar libremente su propiedad.
Las stablecoins son el siguiente paso en la evolución de la moneda. Al igual que las monedas fiduciarias tradicionales, dependen de la credibilidad soberana, pero a diferencia de las formas anteriores de monedas electrónicas fiduciarias (y los sistemas de pago que las transmiten), separan la confianza en la soberanía de la confianza en el poder corporativo. Los mejores activos monetarios, basados en la mejor tecnología y red monetaria.