Durante el último mes (del 1 al 31 de agosto de 2023, UTC), el mercado cripto ha mostrado una divergencia interna significativa. Bitcoin (BTC) registró un fuerte repunte a comienzos de mes, que se revirtió posteriormente, terminando agosto con una caída del 6,15 %. Por su parte, Ethereum (ETH) se mantuvo sólido, avanzando un 19,84 %; Solana (SOL) y BNB también lograron subidas del 17,85 % y del 9,79 % respectivamente. En general, el mercado describió una tendencia estructural, y el sentimiento inversor se tornó más prudente a medida que finalizaba el mes.
Por otro lado, las acciones vinculadas al sector en el mercado secundario sufrieron presiones aún más acusadas. MicroStrategy (MSTR), firma centrada en la tenencia de Bitcoin, perdió un 16,78 % en agosto, bajo un rendimiento muy inferior al propio BTC. Los valores relacionados con la tesorería y el concepto Ethereum también protagonizaron retrocesos intensos.
El impulso registrado en cadena no aumentó la elasticidad de valoración en la renta variable, situando el vínculo “cripto-acciones” ante una encrucijada que exige ser recalibrada.
Agosto no fue un periodo puramente alcista. BTC subió y luego retrocedió, cerrando el mes en negativo; ETH, SOL y BNB registraron avances, pero replicaron un patrón de “subida seguida de enfriamiento”, es decir, movimiento ascendente seguido de una posterior pérdida de tracción.
Las acciones reaccionaron con mayor sensibilidad. Se apreciaron dos dinámicas diferenciadas: primero, compresión de la prima de valoración (la diferencia entre el precio de la acción y el patrimonio cripto neto se redujo o se volvió descuento); segundo, aumento de las expectativas de financiación (el mercado teme nuevas ampliaciones de capital o emisiones de convertibles). La misma volatilidad en cadena se amplifica en la renta variable, provocando caídas más pronunciadas.
Las instituciones también se han vuelto más cautas, limitando aún más la “imaginación” que impulsa las primas de valoración. Según Barron’s, el analista Gus Galá (Monness, Crespi, Hardt) rebajó la calificación de MSTR de Neutral a Venta en abril y mantuvo esa recomendación en agosto con objetivo en 175 $: citó la elevada volatilidad y ciclicidad de Bitcoin, la debilidad del balance por compras apalancadas de criptoactivos y el riesgo de contracción de la prima. En ese momento, MSTR cotizaba en torno a 1,34 veces su valor neto en activos. Para muchas instituciones, la exposición directa a spot o fondos regulados resulta preferible frente a la incertidumbre sobre gobernanza corporativa y dilución de capital, dejando a las criptoacciones en desventaja en términos de prima.
El factor decisivo no son los precios de los tokens, sino la capacidad de restaurar el mecanismo de transmisión. En el último mes, se ha producido fricción simultánea en los canales de tesorería, financiación y operativos.
Veamos primero la transmisión de tesorería. SharpLink (SBET) sirve de ejemplo: ha actualizado sus tenencias en ETH ese mes, lanzado emisiones “at-the-market” (ATM) para recapitalización y anunciado posibles recompras si el precio de la acción baja del valor neto de sus activos. Al cierre de agosto, era la segunda mayor empresa de tesorería en ETH. Sin embargo, el valor de su acción no replicó el comportamiento de ETH y acabó el mes a la baja, con la capitalización por debajo del valor de sus reservas en ETH. El mercado ahora pone el foco en “cómo se gestionan y custodian los activos” en lugar de “cuánto se tiene”. Acumular un gran balance ya no basta para conseguir prima.
En segundo lugar, la transmisión de financiación perjudica ahora a las acciones. La antigua narrativa de “emitir acciones para comprar tokens” se debilita. ETHZ, por ejemplo, reveló reservas en ETH por encima de 349 millones de dólares, pero sus planes de gran emisión de acciones dispararon el miedo a la dilución y la cotización se desplomó. Esto confirma que “la financiación ya no impulsa la cotización, sino que agrava la presión bajista”.
Por último, la transmisión operativa: las mineras sufren presión sobre los márgenes y los exchanges ven estancarse su crecimiento. Ambas tendencias debilitan la correlación entre precio de token y de acción. Según el informe de Coinbase del segundo trimestre, los ingresos por trading fueron aproximadamente de 764 millones de dólares, un descenso del 40 % frente al trimestre anterior; los ingresos totales bajaron de 2 034 millones en el primer trimestre a 1 497 millones en el segundo, una reducción del 26,4 %. Aunque BTC y ETH suban, el desempeño operativo de los exchanges no sigue el mismo ritmo, lo que dificulta subidas sostenidas en las cotizaciones.
Esto favorece comportamientos de fin de ciclo. Las ganancias cripto son cada vez más intermitentes (“impulsos y pausas”), con un impulso debilitado. Las acciones, por su parte, siguen siendo el eslabón débil: erosión de primas, menor actividad de financiación y fundamentos rezagados provocan caídas que se adelantan al movimiento de los tokens y generan consenso para recortes anticipados.
De cara al futuro, aunque sigan acumulando BTC/ETH, es probable que los retornos marginales converjan hacia el “valor neto de los activos”, no hacia las primas múltiples de otros ciclos. Aquí está la verdadera encrucijada: ¿restaurarán los mecanismos de mercado la transmisión, o se consolidará una descorrelación estructural?
Olvídate de narrativas globales y observa estas tres señales:
1. Descuento mNAV: ¿Se reducirá, o incluso se convertirá en prima en las próximas 3–4 semanas?
2. Movimientos de financiación: ¿Reducirán ATM/convertibles y apostarán por recompras o lockups para mantener el NAV por acción “anclado”?
3. Datos operativos: observa la recuperación de comisiones on-chain/volumen negociado, mejora de costes de minería y aumento del peso de los ingresos no derivados de trading (derivados/custodia) en los exchanges.
Si al menos dos de estas tres señales se cumplen, podría resurgir el vínculo cripto-acciones; si no, la “descorrelación” se acentuará y las acciones sufrirán caídas más severas en las fases bajistas.
En síntesis, esta “desaceleración generalizada” de finales de agosto no es una anomalía, sino un episodio de tensión para todo el mercado. Ahora los inversores deben decidir si apoyan compañías capaces de convertir “narrativa” en “mecanismo”, o si optan por activos nativos y vehículos de asignación más transparentes. Para el sector, es momento de repensar el modelo: ¿las criptoacciones siguen siendo puente hacia el capital tradicional o serán las primeras en desaparecer en el próximo ciclo? La encrucijada está aquí y el margen para la indecisión se agota.